lunes, 25 de noviembre de 2013

AFRONTA LA VIDA


SER O NO SER

Algunas veces he oído de tus labios,  aunque  quizás con  otras palabras, el terrible dilema que inmortalizara Shakespeare: Ser o no ser.  Me pregunto si te lo has aplicado a ti mismo y te has preguntado si serás algo o no serás nada en la vida.  Quienes te rodean, ¿te recordarán con simpatía y aprecio por el bien que les hiciste, o será para ellos un recuerdo ingrato o quizás ni siquiera llegarás a impresionarles como para que te recuerden? ¿Será o no serás? ¿Será la tuya una personalidad atrayente basada en las cualidades de tu espíritu, en el acervo de tu cultura, y, por encima de todo, en las virtudes cristianas que resplandecerán  en cada uno de tus actos y en cada una de tus palabras? ¿Se podrá contar contigo en la hora de la necesidad? ¿Será lo que aparentes ser o te limitarás a parecer?

Cuando en día memorable, el entonces pastor de ovejas Moisés, escuchó la voz de Dios en el monte Horeb, allá en Madián, el señor le dijo: “Yo soy el que soy… Así dirás a los hijos de Israel:  “Yo soy el que ha enviado a vosotros.” (Éxodo 3:14) En esa expresión “Yo soy” se encierra la personalidad divina.  Está abarcada en ella la infinita, todopoderosa y eterna personalidad de Dios.  Dios es, por lo tanto obra. Vuelvo a preguntarte, hijo mío: ¿Serás tú lo que aparentas ser?...

La piedra falsa puede no diferenciarse mucho en su apariencia de la verdadera, pero para el ojo experto, no habrá confusión posible.  En todo caso, sometidas a la prueba, la falsa será falsa y la verdadera será verdadera.  Tú no quieres parecer, hijo mío, sino ser, ¿no es cierto?
Voy a indicarte algunas cosas que caracterizan a quien  verdaderamente es.  Alcanzarás  o no alcanzarás una posición que, desde el punto de vista humano, parezca destacada.  Eso, el fin y al cabo, no tiene importancia, porque ¿quién puede asegurar que ante los ojos de Dios la vida del opulento sea más valiosa que la del que carece de todo?  Por eso debes ser humilde y respetuoso para con los demás.  Con tus modales, expresa hacia todos una cortesía nacida en tu corazón.  Jamás hagas diferencias.  Se cuenta que cierto día el rey Luis XV salía de Versalles con su preceptor.  Un lustrabotas, que estaba a la puerta, se quitó el sombrero al paso de su Majestad sin que éste contestara el saludo.  Pero el preceptor lo hizo.
--- ¿Cómo—contestó el preceptor,  --- prefiero saludar a un perdulario a que digan que un perdulario tiene más educación que yo.



Dice un proverbio malayo: “Los buenos modales no pueden comprarse ni venderse.” Y el filósofo Séneca afirmó: “Trata a tu inferior como quieres ser tratado por tu superior.”  Escucha también las palabras de W.M. Thackeray: “Ya vengan la riqueza o la necesidad, el bien o el mal,  acójanlo  de buen grado los jóvenes y ancianos. Inclinen su frente ante la Soberana Voluntad, acomodándose a ella con ánimo alegre.  El que desee ganar el promedio, vaya  en buena hora a perder o a conquistar según pueda.  Más, ya triunféis o caigáis vencidos, sed, por Dios, siempre caballeros.”  


Braulio Perez Marcio, Vislumbres de esperanza, Cartas a mi hijo.